Poco
antes de que Jesús naciera, llegó a Nazaret una orden del emperador romano.
Todos los habitantes de Galilea tenían que regresar a sus pueblos de origen
para registrarse. Así el emperador podrían contar a la población.
José y
María que vivían en Nazaret, tuvieron que trasladarse hasta Belén, el pueblo de
la familia de José. El camino era largo e incómodo. María iba sentada sobre un
burrito, pero aun así, como estaba a punto de dar a luz, el viaje le resultó
agotador.
Llegaron
a Belén de noche. José buscó una posada pero
todas estaban llenas. Solo encontraron un humilde establo con algunos
animales, y allí decidieron descansar. Y esa misma noche nació Jesús. María
envolvió al niño en blancos pañales que había preparado; José, mientras tantos,
limpió un pesebre, lo mulló con paja limpia y esa fue la primera cuna del
Mesías.
No muy
lejos de allí, en las colinas cercanas a
Belén, unos pastores vigilaban su rebaño. De repente, se les apareció un ángel
rodeado de luz que les anunció la maravillosa noticia de que había nacido el
Mesías, el salvador de todos los hombres; lo encontrarían muy cerca, en un
pesebre. En elcielo, los pastores pudieron ver también un coro de ángeles que
alababa a Dios diciendo:
-
¡Gloria
a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!
La noticia corrió entre los pueblos cercanos y muchas otras personas acudieron al establo de Belén. Pero la visita más sorprendente fue la de tres Reyes Magos que llegaron en sus camellos desde Oriente. Hacía tiempo que los Reyes Magos habían visto señales en el cielo y sabían que el Mesías iba a nacer. Se presentaron primero en el palacio de Jerusalén, pensando que ese era el lugar más indicado para encontrar al que iba a ser el Salvador de todos los hombres.
En el
lujoso palacio, los tres Reyes Magos fueron recibidos por el tirano Herodes.
Este les preguntó a qué se debía su visita, y ellos le contaron que en Galilea
había nacido un niño que reinaría sobre la Tierra y ante el que todos debían
arrodillarse. El malvado Herodes pensó que ese niño le arrebataría el poder y
decidió acabar con él en cuanto lo encontrara.
-
También
yo quiero ir a adorar al Mesías- mintió Herodes ante sus tres invitados-.
Cuando lo encontréis, avisadme.
Los
Reyes Magos se pusieron de nuevo en camino, guiados por una resplandeciente
estrella que les condujo hasta Belén. Llegaron ante el pobre establo, que en
nada se parecía a un palacio, en el que Jesús dormía. Sacaron entonces los
preciosos regalos, que habían traído al niño.
Uno le ofreció oro, símbolo de
riqueza; otro incienso, un polvo que se quemaba en los templos y que desprendía
un olor dulce y penetrante; el tercero una caja con mirra, una antigua
medicina. Después de contemplar largo rato al Mesías, regresaron a su lejana
tierra. No avisaron a Herodes pues Dios, en sueños, les advirtió de las malas
intenciones del tirano. También fue avisado José, que decidió proteger al niño.
En vez de quedarse en Belén, José y María, con el Niño, viajaron hasta Egipto,
donde Herodes no pudiera encontrarlos. Y allí permanecieron hasta que, muerto
Herodes, pasó el peligro. Jesús pudo regresar después a Nazaret y, durante
años, vivió como un niño más, hijo de un carpintero y una bondadosa mujer.
Fuente: Historias maravillosas de la Biblia. Editorial everest.
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