6 Vino un hombre llamado Juan, enviado por Dios. 7 Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él. 8 No era él la luz, sino testigo de la luz.
Los judíos de
Jerusalén enviaron una comisión de sacerdotes y levitas para preguntar a
Juan quién era él. Y este fue su testimonio, 20 un testimonio tajante y sin reservas:
— Yo no soy el Mesías.
21 Ellos le preguntaron:
— Entonces, ¿qué? ¿Eres acaso Elías?
Juan respondió:
— Tampoco soy Elías.
— ¿Eres, entonces, el profeta que esperamos?
Contestó:
— No.
22 Ellos le insistieron:
— Pues, ¿quién eres? Debemos dar una respuesta a los que nos han enviado. Dinos algo sobre ti.
23 Juan, aplicándose las palabras del profeta Isaías, contestó:
— Yo soy la voz del que proclama en el desierto: “¡ Allanad el camino del Señor!”.
24 Los miembros de la comisión, que eran fariseos, 25 lo interpelaron diciendo:
— Si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta esperado, ¿qué títulos tienes para bautizar?
26 Juan les respondió:
— Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros hay uno a quien no conocéis; 27 uno que viene después de mí, aunque yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de su calzado.
28 Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Juan 1, 6-8. 19-28
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