En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Un hombre que
se iba al extranjero llamó a sus siervos y les
encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro
dos y a otro uno, a cada cual según su
capacidad; y se ausentó. enseguida, el que había recibido cinco
talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros
cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos.
En cambio el que había recibido uno se fue, cavó
un hoyo en tierra y escondió el dinero de su
señor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de
aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que
había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco
talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado.
Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en
lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho
te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegándose
también el de los dos talentos dijo: Señor, dos talentos
me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado.
Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en
lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho
te pondré; entra en el gozo de tu señor.
Llegándose también el que había recibido un talento dijo: Señor,
sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no
sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio
miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira,
aquí tienes lo que es tuyo. Mas su señor le
respondió: Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde
no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber
entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver
yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por
tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez
talentos.
Imágenes: Editorial Everest.
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