Un sembrador salió a sembrar. Sucedió que al esparcir él la semilla, una parte cayó junto al camino, y llegaron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, sin mucha tierra. Esa semilla brotó pronto porque la tierra no era profunda; pero cuando salió el sol, las plantas se marchitaron y, por no tener raíz, se secaron. Otra parte de la semilla cayó entre espinos que, al crecer, la ahogaron, de modo que no dio fruto. Pero
las otras semillas cayeron en buen terreno. Brotaron, crecieron y
produjeron una cosecha que rindió el treinta, el sesenta y hasta el
ciento por uno.
Marcos 4, 3-8
Imágenes: Editorial Everest.
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