Los sacerdotes dirigían la oración y el culto en el templo de Jerusalén. Eran considerados personas sagradas y no debían acercarse a un herido o a un impuro para no contaminarse.
Los levitas se dedicaban a cuidar el templo, a ayudar a los sacerdotes en los actos de culto y enseñanza. Eran grandes estudiosos de las leyes.
Los samaritanos eran los habitantes de la región de Samaría; los judíos los depreciaban por considerarlos extranjeros e infieles a su religión.
Los que escuchaban a Jesús sabían que amar a Dios era lo más importante. Sion embargo, entendían que el prójimo se refería solo a los que profesaban la religión judía. Según sus leyes, quien no era judío, como el samaritano de la parábola, no tenía que ser tratado como prójimo; más aún, debía ser despreciado y marginado de la sociedad. Jesús, sin embargo, puso a un samaritano como ejemplo de amor al prójimo.
Fuente: Se llama Jesús. 6º de primaria. Editorial Sm
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